Reciclaje de animales

Ciertos animales son los discretos aliados de nuestros jardines. Normalmente muy pequeños y a veces incluso de tamaño microscópico, sin embargo, ponen una enorme cantidad de trabajo para romper toda la basura, aumentando así la capacidad de los residuos para descomponerse de forma natural.

Esta descomposición resultante del paso de los recicladores inducirá la formación de compuestos minerales que pueden ser asimilados por las plantas. Algunos son carroñeros y limpian el suelo de los cadáveres, otros son saprófagos o detritívoros y se alimentan de restos vegetales o animales, y finalmente algunos son coprófagos, es decir, se alimentan de excrementos. Un breve resumen de estas criaturas muy útiles.

Entre los más grandes están las cochinillas, que viven en lugares oscuros y húmedos, bajo las piedras, los viejos tocones de los árboles o bajo las hojas que coloniza. Este crustáceo terrestre se alimenta de hojas muertas y madera podrida, acelerando su descomposición.

Otro gran clásico en el reciclaje de suelos es la lombriz de tierra, que se puede dividir en dos grupos. Las muy numerosas lombrices de superficie (Enchytréïdes) que participan en la degradación de la hojarasca y las lombrices de tierra que se ocupan de la profundidad. Su acción, permite un enriquecimiento considerable del suelo en minerales como el calcio, el potasio y el fósforo. Los niveles de nitrógeno también aumentan dramáticamente después de su paso. Prefieren los suelos limosos y arcillosos muy ricos, pero pueden encontrarse en el estiércol y en las pilas de hojas en descomposición.

Los grandes comedores, lombrices de tierra o labradores pueden consumir un tercio de su peso. También se alimentan de pequeños organismos vivos como hongos, nematodos y otros protozoos, restos de plantas, materia orgánica, etc. La acción de las lombrices de tierra en el suelo permite que éste se airee, lo que favorece el enraizamiento de las plantas y el desarrollo de muchos microorganismos.

Los gusanos del estiércol o los gusanos del abono participan en el vermicompost o vermicompost, es decir, en la producción de abono a partir de restos de plantas culinarias o de recortes de hierba y otras formas de control de las malas hierbas.

Se debe fomentar su establecimiento en el jardín limitando la labranza profunda, la rotación de cultivos y el barbecho.

Otro actor del reciclaje es el ciempiés, que aprecia el suelo que contiene restos de plantas mal descompuestas y lo rompe para alimentarse de él.

En el mundo de lo casi invisible a simple vista que encontramos, los colémbolos y los pequeños ácaros son fundamentales para el ecosistema. Los saprófagos se alimentan de restos de plantas y animales. A los colémbolos también les gustan los excrementos y el micelio de los hongos que microfragmentan.

Las bacterias también hacen un gran trabajo. Son muy numerosos, a una profundidad de 50 cm se pueden encontrar hasta 200.000 por gramo de tierra! Aeróbicos, necesitan aire y humedad constante para estar activos y para agitar los elementos en descomposición.

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