Flores en espigas

El mundo vegetal es tan vasto que a veces nos sentimos perdidos frente a las posibilidades de formas y colores que podríamos introducir en el jardín. Las flores con espigas rectas aportan verticalidad al decorado, lo estructuran y lo magnifican: ¡utilícenlo sin moderación!

Los grandes temas para el fondo del macizo

Las plantas con espigas pesadas de colores a veces brillantes añaden verticalidad al fondo del lecho. Son llamativos y, con su forma delgada, dan altura a la decoración.

El gran Delphinium, de color azul profundo, va maravillosamente bien con las rosas o las peonías, moderando su redondez mientras resalta sus matices. Las variedades con flores blancas o rosas con espigas de casi un metro de largo serán perfectas en los bordes mixtos o en los lechos perennes. Igualmente para la menos conocida Cimicifuga racemosa (Actea), muy aérea, sus púas blancas aportan ligereza a las composiciones. Otra ventaja: su raíz puede utilizarse en decocción para luchar contra los trastornos de la menopausia.

El acanto con extrañas brácteas espinosas aporta un toque de diseño gráfico al jardín. Es una planta fácil, que prácticamente no requiere mantenimiento y puede volver a sembrarse abundantemente si el lugar es adecuado. Su follaje muy decorativo también puede ser usado como un solo tema.

Para los jardines de clima templado, considérese el Echium fastuosum o «Madeira Viperine» que forma un arbusto de casi 2 metros de altura y 3 metros de ancho. Será perfecto en fondos rocosos, acompañado de plantas suculentas.

En un suelo bien drenado y a plena luz del sol, instalar el Lirio de la Estepa, que produce una inmensa inflorescencia (casi 1 m) compuesta de pequeñas y pálidas flores en forma de estrella.

Si tiene la suerte de tener un estanque, plante un Aruncus en el fondo; aprecia constantemente el suelo fresco y las exposiciones a la semisombra. Sus plumosas flores blancas son siempre muy elegantes.

Tamaños medianos para llevar una nota salvaje a los macizos

Para dar una nota más libre a los macizos, nada mejor que las orejas azules, blancas o rosadas de Sage o Verónica.

En jardines soleados con suelo bien drenado, piense en la lavanda, que difundirá su suave aroma y atraerá a los insectos polinizadores.

¡Lo que sería plano y masivo sin los altramuces! Hay muchos cultivares de esta planta que, dependiendo de su tamaño, pueden integrarse en los bordes, en el centro o en el fondo de un lecho. Las plantas de tamaño medio se adaptan bien a los lechos centralizados en un césped al que darán color y relieve.

En terreno fresco o cerca de una masa de agua en semisombra, los Astilbes con sus inflorescencias plumosas que se mecen con el viento harán maravillas, mientras que en las montañas, en suelo húmedo y turboso, el Ligular de Siberia iluminará el espacio con sus espigas de color amarillo brillante.

Las pequeñas joyas que amplían los bordes

Invade los puestos de los centros de jardinería desde el final de la primavera: la Salvia Roja ( Salvia splendens ), traerá la vivacidad al borde del lecho. Combínalo con plantas de flores blancas, como el fragante aliso para crear un contraste de colores y formas.

Otra planta fácil de cultivar que se extiende rápidamente gracias a su sistema de raíces: Ajuga. Su follaje púrpura y sus púas azules serán el mejor efecto en los bordes, como lo serán los muscaris cuyas pequeñas púas anuncian la llegada de la primavera.

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